Proyecto

La producción material y social de las banquetas en la Zona Metropolitana del Valle de México 

Responsable técnico: Guénola Capron

 -Proyecto CONACYT “ Investigación Científica Básica 2015” –

Antecedentes 

La urbanización del siglo XX estructurada por el urbanismo funcionalista que ha organizado el espacio público entorno al transporte motorizado, genera un cuestionamiento tanto en lo relacionado con su sustentabilidad económica, social y ambiental, como con su gestión, la participación ciudadana y las alianzas público-­‐privadas. En este contexto, surgieron hace más de veinte años nuevas preocupaciones por el espacio público y las movilidades. El interés por las movilidades “alternativas” o “no motorizadas”, produjo ante todo un movimiento mundial de desarrollo urbano que modificó la relación al espacio público con nuevos equipamientos de transporte colectivo o de circulación ciclista. Actualmente, después de cincuenta años de peatonalización de calles comerciales o turísticas de los centros urbanos, las autoridades públicas y los investigadores vuelven a descubrir a los peatones y el valor sustentable o sanitario de la movilidad peatonal. Asimismo, reconocen que los desplazamientos a pie han sido hasta ahora poco estudiados y que se conocen muy poco los actores de los mismos. En Estados Unidos, frente al dominio del automóvil y en consonancia con los trabajos de Jane Jacobs, la corriente urbanística del New Urbanism ha ocupado el lugar central en la renovación del pensamiento a favor de “walkable cities” [Calthorpe & Fulton, 2001; Duany & Plater-­‐ Zybnrk, 1991]. En México, después de un primer interés en los años 80 por la peatonalización [véase Cuadernos de arquitectura y conservación del patrimonio artístico, 1980] está emergiendo un nuevo interés por la movilidad peatonal, que se refleja tanto en la irrupción de nuevos movimientos ciudadanos que buscan defender los derechos de los peatones (Camina Haz Ciudad, Movimiento de Defensa Peatonal, Liga Peatonal, entre otros), como en el impulso dado al transporte sustentable por las Organizaciones de la Sociedad Civil (principalmente del ITDP y del CTS) y el Gobierno del Distrito Federal.

La movilidad a pie es una actividad subestimada e, incluso, invisible. Basta decir que en la Encuesta de Origen y Destino llevada a cabo en la ZMVM en 2007 no existía la respuesta “caminar” entre los distintos modos de transporte propuestos. Por otra parte, en el Distrito Federal el Reglamento de Tránsito Metropolitano (RTM) y la reciente Ley de Movilidad (2014) estipulan que el peatón tiene la prioridad sobre los demás modos de transporte, pero en los hechos es el gran olvidado de la vida urbana y, a su vez, el más vulnerable. El riesgo de morir en accidentes es mayor para los peatones que para otros actores de la vía pública (CONAPRA, 2013). A nivel nacional, 50% de los 24000 muertos en accidentes de tránsito son peatones; en el Distrito Federal, esto representa anualmente entre 300 y 400 difuntos. Las banquetas no reciben el cuidado que merecen por parte de las instituciones encargadas de la planificación urbana y del mantenimiento de los espacios públicos. Una encuesta aplicada a mil peatones en el año 2014 (Pérez López, 2014), revela que dos de cada diez personas ha tenido un accidente de banqueta en el cual ha sufrido alguna lesión y que 91% percibe dificultades al caminar por la ciudad, debido, principalmente, al mal estado de las banquetas y a los diferentes obstáculos físicos que se encuentran en su camino. De hecho, la falta de planificación, ordenamiento y mantenimiento de las banquetas parece reflejar la manera en que los gobernantes piensan en sus gobernados. En 2013, la CDHDF publicó el reporte “Informe especial sobre el derecho a la movilidad en el Distrito Federal”. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud destacó el desafío que representan las movilidades “activas” o “no motorizadas” como la caminata y la bicicleta para la salud y el bienestar en todas las edades de la vida, y publicó recomendaciones en las cuales el ordenamiento del espacio urbano, en particular el de las banquetas, es reconocido como uno de los principales determinantes de las movilidades activas. En efecto, las banquetas son el soporte material del caminar y del estar en el espacio público y son objeto y escenario de múltiples conflictos sociales. A pesar de esto, existen pocos estudios sobre los desplazamientos a pie y aún menos sobre las banquetas como espacio para la caminabilidad y la convivialidad.

El problema de las banquetas no sólo se plantea en la ZMVM, es compartido por todas las ciudades del país, no obstante es ahí donde surge con más fuerza viendo los desafíos que plantea la metrópoli por su complejidad física, social, organizacional y política y por las fuertes desigualdades entre el Distrito Federal y los municipios conurbados. Cuando en muchas partes del resto de la ZMVM, simplemente no hay banquetas, las autoridades del Distrito Federal se han vuelto más sensibles a la problemática de su ordenamiento, como lo muestra la rehabilitación de las banquetas sobre la avenida Juárez a lo largo del parque Alameda, la avenida Mazarik y en otras calles de la ciudad. Sin embargo, las medidas como la reparación de las banquetas dentro del presupuesto participativo parecen haber sido tomadas sin una reflexión en profundidad sobre su caminabilidad, su conectividad y su convivialidad. En el centro histórico y turístico de la ciudad, la peatonalización puede ser considerada como una especie de “banquetización” integral de una calle, sin embargo gran parte de la metrópoli está organizada principalmente para el tránsito de vehículos motorizados, y en muchas colonias populares, pueblos conurbados y fraccionamientos de clase media y alta no existen aceras, o lo que se encuentra son banquetas que han sido fabricadas de manera precaria por los habitantes y /o muy descuidadas.

Con el fin de contribuir a mejorar el conocimiento sobre este nivel elemental de la vida social y de la movilidad urbana, proponemos enfocarnos en la banqueta, objeto espacial y social que constituye una pieza central pero poco visible de la cadena de los desplazamientos o de la articulación entre los espacios privados y el espacio público; un elemento poco conocido pero importante para entender las problemáticas de accesibilidad, los modos de vida y las relaciones sociales en contexto urbano. Mejorar el conocimiento sobre las banquetas parece esencial para mejorar la viabilidad o eficacia de las políticas urbanas, entre las cuales podemos mencionar:

‐ La promoción de la caminata y la bicicleta para descongestionar las calles, reducir la contaminación atmosférica y sonora, luchar contra las patologías crónicas ligadas al estado sedentario (enfermedades cardiovasculares y obesidad, principalmente) y disminuir los accidentes de tránsito que afectan primero a los peatones.

‐ La reducción de los costos financieros, ambientales y socio-­‐políticos ligados a una mala coordinación o a la discontinuidad de las intervenciones de los diferentes servicios (vialidad, estacionamiento, residuos, mobiliario urbano, comercio ambulante, publicidad, obras, etcétera).

‐ La puesta en marcha de un urbanismo democrático que considere la diversidad de los derechohabientes (mujeres, adultos mayores, discapacitados…) revelada por la diversidad de usos de las banquetas.

Todo parece indicar que el objeto “banqueta” no constituye un tema en la investigación urbana y que los enfoques están fragmentados. La invención de la banqueta se atribuye a la ciudad de París en el año 1608 con la emergencia de una acción sobre la ciudad y el espacio público [Vaillancourt, 2010]. Esta innovación llegó a México a finales del periodo colonial bajo el Virreinato de Revillagigedo [Dávalos, 1997; Sánchez de Tagle, 1997]. Globalmente, las banquetas se inscriben en un amplio proceso de ordenamiento de las ciudades (alumbrado público, pavimento, evacuación de aguas residuales) y de fomento de las buenas costumbres (“limpieza social” de mendigos y de vendedores callejeros) [Elias, 1974]. Las banquetas son vistas por los ediles como una necesidad para proteger al peatón de la saturación creciente de la vialidad debido a un incremento del tráfico de tracción animal [Roche, 2008]. La génesis de las banquetas es indisociable de la cuestión del buen gobierno de las ciudades y de la “policía” en sentido antiguo [Napoli, 2003 ; De Gortari, 2002] y moderno. La acera es el lugar por excelencia del ejercicio cotidiano de los policías uniformados tanto en París como en México [Deluermoz, 2012 ; Exbalin, 2012]. Por ejemplo, a comienzos del siglo XX en Los Ángeles, el control de los usos mercantiles y políticos de la banqueta y la reducción funcionalista progresista de ésta a uso peatonal, han sido el medio de legitimar el papel del gobierno municipal sobre éstos y de excluir las actividades y las personas indeseables del espacio público [Ehrenfeucht & Loukaitou-­‐ Sideris, 2007]. Los enfoques sociológicos o antropológicos y en particular urbanísticos, han tendido a abandonar la ambición de hacer de la banqueta un analizador de la sociedad como se expresa en “Street Corner Society” [Foote Whyte, 1943] y se centran mayoritariamente en las poblaciones definidas como excluidas por el hecho mismo que viven o dependen de la acera y son tratadas como “indeseables”, en particular las poblaciones indigentes [Escots, 2005 ; Gaboriau 1995], los niños de la calle [Lucchini, 1996; Taracena & Tavera 2010; Makowski, 2010; Pérez López 2009, 2012], los/las sexoservidores/as [De Mattos & Ribeiro 1998 ; Plaza 2005] o los comerciantes informales, todos aquellos que viven en la calle o que privatizan o domestican las aceras [Zeneidi-­‐ Henry, 2002; Monnet, Giglia & Capron 2007]. En América Latina, en el ámbito de las ciencias sociales, la gran mayoría de las referencias bibliográficas de la palabra “banqueta” se refiere a las poblaciones vulnerables. Las restantes son de ingenieros.

Desde Jane Jacobs [1961] la banqueta aparece de forma implícita o contextual en trabajos sobre la movilidad o la interacción social (véase E.Goffman, K.Lynch, J.Gehl, L.Lofland, I.Joseph). Es el soporte de los flujos, de usos diversos que no coexisten siempre muy bien, ligados a los desplazamientos (a pie [Thomas 2004], en silla de ruedas, en patines, en monopatín, en bicicleta, etcétera.), a las transacciones (vendedores ambulantes, quioscos, puestos, escaparates) y al estacionamiento (bancos y asientos improvisados, vehículos). Las terrazas de cafés [Capron 1998], los bancos públicos [Paté & Argillet 2005], el paisaje y la estética [Careri 2009] dan lugar a enfoques en términos de sociabilidad o de conflictos de apropiación, “privatización” o exclusión del espacio público. En cambio, pocos estudios, propuesta en ciencias humanas y sociales se interesan en la banqueta como lugar de depósito y recolección de la basura [Boltnivik, en curso].

La banqueta cristaliza las ansiedades acerca de lo limpio y de lo sucio. Éstas se relacionan con la definición de lo social, su naturaleza, sus límites, lo que está “adentro” y lo excluido, así como con las transgresiones realizadas por los “Outsiders” [Becker 1966]. La banqueta constituye una entrada privilegiada para observar los procesos de transgresión y sanción, por lo cual es un lugar central de la construcción de la marginalidad y “alterización”: « dirt is matter out of place » [Sibley 1995]. Esta lógica espacial de la “alterización” muestra la importancia de la definición de los límites y espacios liminares [Cresswell 1996], entre otros las banquetas. Un caso sería la “mujer pública”, el/la prostituo(a) o sexoservidor(a) que trabajan en las banquetas y cuya presencia en este espacio del entre-­‐dos define el estigma [Pryen, 1999].

La banqueta como elemento integrante del barrio y éste como espacio inmediato a la vivienda y como territorio en el que se llevan a cabo las prácticas cotidianas del habitar, representa el ámbito en el que mujeres y hombres asumen comportamientos diferentes para relacionarse con y en el espacio. Los roles tradicionales asignados a las mujeres son dirigidos para atender a las necesidades de los “otros” (llevar niños a la escuela, ir al mercado, pasear a los enfermos, etcétera), y en estas prácticas podemos encontrar formas diferentes en que las mujeres perciben, usan y se apropian del espacio público. En el urbanismo de hoy está ausente el enfoque de género, no se produce ciudad en función del uso diferenciado del espacio público, se ha puesto atención a las actividades laborales consideradas masculinas y se ha complejizado los desplazamientos de las mujeres entre su hogar y los diversos espacios de la reproducción.

Estas dimensiones están ausentes en el ámbito de la ingeniería y del urbanismo operacional que considera la banqueta como un objeto sociotécnico que permite separar la movilidad peatonal de otros modos de transporte, motorizados o no motorizados. Por ejemplo, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) produce trabajos terminales sobre la ingeniería (civil) de las banquetas. Por su lado, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) produjo un Manual Técnico de Accesibilidad en 2007. Los enfoques se centran en la forma material, atribuyendo mucha importancia a aspectos relacionados con la dimensión, la superficie, el tipo de material, el mobiliario urbano, etcétera, desde el punto de vista de la accesibilidad y de la seguridad vial. En el ámbito de la simulación peatonal, la banqueta está considerada como un espacio de circulación, lo que reduce la modelización de las banquetas y la simulación de los comportamientos peatonales a un problema de cálculo, sin tomar en cuenta la semántica de los objetos urbanos (banco, parada de autobús, bote de basura…), ni la diversidad de los comportamientos.

Las nuevas perspectivas de las circulaciones urbanas estos últimos 20 años se han centrado en sustituir el paradigma funcionalista del “transporte” por el de la “movilidad” [Ascher 2005; Capron et al. 2005 ; Urry 2005]. Esto muestra una transición de una visión de los desplazamientos y de la vialidad dominada por la ingeniería técnica, a concepciones que dan lugar a variables sociopolíticas y culturales [Garcia Canclini et al., 1996], a la fragmentación de los territorios metropolitanos [Duhau & Giglia 2008] y a la variedad de  propuesta los usuarios y de los usos. Este cambio es mucho más perceptible en Europa y América del Norte que en América Latina en donde los trabajos aún se guían mucho por un enfoque en el transporte [véase Ramírez, 2005; Salazar & Lezama, 2008; Connolly, 2009; Jirón, 2012] Las investigaciones han mostrado la complejidad de la toma de decisiones con el desarrollo de las alianzas entre el sector público y privado y la democratización de la sociedad (descentralización, democracia participativa, organizaciones civiles reivindicativas, contestación de la legitimidad tecnocrática…) [Ascher 1995; Bourdin 2005].

En este contexto, surgen movimientos intelectuales y organizaciones sociales que promueven la movilidad sustentable, no motorizada o equitativa. Esto ofrece una base a las reflexiones sobre la infraestructura adaptada a los más vulnerables y a las personas con movilidad reducida en función de la “accesibilidad universal” [Saillant & Fougeyrollas 2007], o sobre la promoción de los desplazamientos a pie, los cuales permiten minimizar los efectos negativos de la vida urbana como son el anonimato, la inseguridad o la contaminación: “Favorecer los desplazamientos a pie en medio urbano es garantizar la atracción, la animación, la seguridad y la convivialidad de la ciudad, garantizando la salud de los habitantes” [Lavadinho & Winkin, 2006]. La mayor parte de los estudios en salud nutricional sobre las relaciones entre potencial peatonal (walkability, caminabilidad) y el caminar o el uso de la bicicleta han sido llevados a cabo en los contextos norteamericano y australiano y ninguno, en nuestro parecer, cuestiona las banquetas a través del enfoque propuesto en la presente investigación.

Estas investigaciones se basan en métodos de medidas cuantitativas y generales de este potencial peatonal [Grasser et al. 2012] o en dimensiones (siempre cuantitativas) de elementos específicos de las banquetas como son su presencia, anchura [Janssen & Rosu, 2012 ; McCormack et al. 2012] o la presencia de equipamientos (por ejemplo, pasos peatonales, iluminación, señalización) [Lee et al. 2012]. Las dimensiones cualitativas y los conflictos de uso en torno a las banquetas se mencionan pero rara vez son evaluadas [Van Cauwenberg et al. 2012] como factor que favorece o limita las movilidades activas. Los estudios relacionados con la “caminabilidad” urbana se enfocan en la comodidad, la calidad de los espacios [Clifton et al., 2007], la percepción del entorno urbano [Ramadier, 2000], los efectos de la automovilidad sobre la inseguridad personal y, al revés, los efectos de la caminabilidad sobre la seguridad y la confianza [Mason, 2010], la calidad de las relaciones sociales [Appleyard, 1981 ; Hart, 2008 ; García Ramón et al., 2004] y el uso o falta de uso de la infraestructura peatonal [Hidalgo-­‐Solórzano, et al., 2010]. Todos se cuestionan sobre los aspectos metodológicos, pero apoyándose en la medida de los flujos y en la construcción de indicadores cuantitativos (de densidad, diversidad de usos del espacio público, conectividad, etcétera [Ewing et al., 2006; Franck et al., 2006; Gallimore et al., 2011 ; Hillier et al., 1993; McCormak et al., 2012; Mori et Tsukaguchi, 1987; Owens, 1993; Owens et al., 2007; Tan et al., 2007]). Muy pocos estudios recurren a métodos cualitativos que aborden también cuestiones sociales y políticas implicadas por los usos, a excepción de los trabajos sobre la dimensión perceptiva del caminar que se inspiran en la psicología social y ambiental [Ramadier et Moser, 1998; Ramadier, 2000] y de las investigaciones sobre los ambientes urbanos [Augoyard, 1979; Amphoux, 2004; Thomas, 2004, 2010].

La peatonalización tal como ha sido desarrollada desde hace 50 años para promover los paseos, el consumo y/o el turismo [Monnet 2012] es una forma de renovar una calle y de transformarla en banqueta en su totalidad. Debido a su política de peatonalización del Centro Histórico y al desarrollo de políticas en favor del transporte sustentable, el Gobierno del Distrito Federal recibió en 2012 el Premio de la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo y en el 2013 el Premio Sustainable Transport Award. La formulación del concepto de espacio “compartido” (Hans Monderman) contribuyó en inspirar enfoques sistémicos sobre las relaciones entre las morfologías urbanas, las interacciones sociales y la intervención urbanística [Joseph 1984; Project for Public Space 2012; Terrin, 2011] y promovieron la desaparición de la banqueta materializada y la creación de dispositivos como “las zonas 30” o zonas de “prioridad peatonal” o “zonas de encuentro” como se están experimentando en ciudades europeas. Las banquetas ordinarias, las áreas donde no existen banquetas, deberían ser el foco de atención para implementar acciones a favor de los peatones, no solo en el centro de las ciudades sino también en el resto de las áreas metropolitanas.

El enfoque en la producción material y social de las banquetas permite combinar de manera original conocimientos en parte existentes pero desarrollados de forma desigual, sobre la morfología urbana, la movilidad peatonal, las prácticas sociales, las discriminaciones, etcétera. Construir un nuevo objeto de conocimiento renueva las perspectivas científicas de cada uno de los campos que lo constituye.

Hipótesis 

La banqueta es una entrada privilegiada para analizar las relaciones entre usuarios y ciudad, lo que implica problemáticas como la diversidad de las prácticas sociales, las intervenciones de los servicios técnicos (mobiliario urbano, redes de infraestructura, basura, obras de construcción) y las políticas públicas. La diversidad de las banquetas permite tratar de la diversidad de las formas de producción de la ciudad según las características socio-­‐espaciales de sus espacios (comerciales, residenciales, industriales; tipos de poblamiento y contextos socio-­‐ espaciales de la metrópoli; nivel de equipamiento; centro/ periferia; ciudad compacta/ ciudad expandida, etcétera), de sus usuarios (sexo, edad, grupo socio-­‐económico, situación migratoria, dependencia al espacio público y a los distintos modos de transporte, etcétera) y de las actividades (circulación, descanso, espera, información, sociabilidad, consumo, diversión, expresión política o artística, etcétera).

Nuestra estrategia analítica se articula en dos grandes ejes. Por un lado, partimos de una pre-­‐tipología hipotética en torno a la morfología de las banquetas: algunas son oficiales (i.e. definidas por la legislación y con un cierto grado de materialización), otras son informales (i.e. físicamente construidas por algunos usuarios), improvisadas por los usos y no materializadas, y otras son definibles como fantasma (las que nadie utiliza porque no tienen continuidad material o por otros motivos). Por otro lado, nuestras hipótesis sobre las formas de producción material y social de las banquetas plantean que estas últimas dependen de las representaciones y de las prácticas sociales que tienen de este espacio ordinario los usuarios y profesionales:

‐ caminar no es sólo un modo de transporte dentro de un sistema multimodal, permite la “adherencia” (según la terminología de G. Amar) que es el soporte de la accesibilidad universal. Caminar, a diferencia de otros modos de transporte como tomar el metro, la bicicleta o el automóvil, no implica la decisión de “tomar sus pies”, por lo cual es una acción subestimada por los que caminan, el sector privado de transporte y las autoridades. En consecuencia, las banquetas suelen ser sub-­‐ dimensionadas o inadaptadas a los flujos y la heterogeneidad de los peatones (adultos mayores, personas con discapacidad, personas con carriolas, maletas, carritos, patinetas, etcétera);

‐ el quehacer técnico se centra en las propiedades físicas y geométricas del objeto y en su capacidad en imponer un orden que prioriza ciertos comportamientos (transitar, por ejemplo) y estigmatiza otros asociados con el desorden (comerciar, pedir limosna, vagabundear, etcétera).

‐ las banquetas ofrecen a las “partes” que las producen o las usan, “asideros” (Gibson) y recursos cuya multiplicidad contribuye de manera importante al atractivo de los espacios públicos y a la seguridad del espacio (ya que un espacio donde existe un tránsito de personas es más seguro que un espacio deshabitado); pero también produce diversos tipos de molestias y conflictos potenciales relativos a su uso. Lo anterior nos permite ver la banqueta como un artefacto crucial para la convivencia en la ciudad y, de esta manera, medir la politización implícita de su ordenamiento y/o de su uso. Se vuelve un objeto de la cooperación-­‐concurrencia entre distintas categorías de usuarios y actores públicos o privados, con el riesgo de que queden excluidos los que no pueden “participar”.

Objetivos 

Objetivo general 

El objetivo principal es entender los modos de producción material y la construcción social de las banquetas en el contexto de una metrópoli latino-­‐americana como es el caso de la Zona Metropolitana del Valle de México, a través del estudio de ocho áreas-­‐testigos. ¿Cómo se produce materialmente y construye socialmente la banqueta? Se espera un mejor conocimiento de la producción material y social de las banquetas para poder actuar a favor de la movilidad y la seguridad peatonal, la convivencia en el espacio público y la accesibilidad universal y ofrecer modos de transporte más seguros. Partimos del postulado que la fabricación de la banqueta implica tanto los atributos físicos del objeto material como las formas sociales de sus usos y formas de gobernanza. Por este motivo, la propuesta pretende elaborar un enfoque sistémico y empírico de la banqueta considerada como reveladora de las múltiples fuerzas que la constituyen y como prisma de análisis de los cambios urbanos contemporáneos. Los conocimientos producidos en el marco del proyecto buscan dar elementos a las políticas públicas con el objetivo de mejorar la capacidad de concepción y gestión, formal e informal, de los espacios públicos soportes de  la movilidad cotidiana y crear un entorno urbano más inclusivo y menos costoso en términos socio-­‐políticos, ambientales y financieros.

Objetivos particulares 

‐ Reconstituir el surgimiento de las banquetas y su evolución reciente tanto desde los aspectos morfológicos y funcionales como desde las prácticas sociales. –

‐ Identificar las partes, los derechohabientes de jure y de facto, los actores que intervienen en su construcción, su gestión, su mantenimiento y su transformación, los intereses en juego: servicios y administraciones, empresas, vecinos, transeúntes, etcétera. -­

‐ Observar los usos y entender las reglas y los reglamentos, formales e informales, a los cuales están sometidos. -­

‐ Analizar los debates, los conflictos y las controversias provocadas por su ordenamiento y sus usos. –

‐ Analizar los determinantes de la producción y regulación de las banquetas por las autoridades.

Metas científicas y de formación de maestros y doctores 

Metas científicas

‐ Contribuir de manera sustancial al conocimiento de los actores, usos y debates acerca de la movilidad de los peatones en el espacio público urbano. -­

‐ Privilegiar un enfoque de género para acceder a un conocimiento integral sobre la construcción social de las banquetas. Los estudios con enfoque cuantitativo sobre movilidad y uso del espacio público y del transporte rara vez toman en cuenta la perspectiva de género, a pesar de que las investigaciones de corte cualitativo destacan una relación al espacio claramente marcada por las diferencias de género. Se observa con frecuencia que el modo de vida de las mujeres integra una cantidad más grande de actividades que el de los hombres. Además, las prácticas femeninas se llevan a cabo en un perímetro que privilegia la cercanía al hogar, por lo que suelen caminar más que los hombres. -­

‐ Difundir este conocimiento a través de su publicación en revistas arbitradas de alcance nacional e internacional, de la presentación de ponencias en eventos nacionales e internacionales y la publicación de un libro. -­‐ Reflexionar sobre las oportunidades de trasmisión del conocimiento a los encargados de las políticas públicas y gestión urbana en materia de ordenamiento de las banquetas (SEDUVI, Autoridad del Espacio Público, ONGs), a través de la organización de un taller final que tendrá el objetivo de evaluar los aportes de nuestra metodología a la producción de conocimientos para la acción pública, así como la oportunidad de aplicar la metodología para obras públicas experimentales que podríamos concebir con ellos, y/o adaptarla para su aplicación por los servicios urbanos de tal manera que se puedan tener resultados cuantificables. –

‐ Contribuir al debate público nacional sobre la planeación y gestión del espacio público urbano y de la movilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México y en el país.

Metas de formación de maestros y doctores 

El Área de Concentración de Sociología Urbana de la Licenciatura en Sociología, la Maestría en Planeación y Políticas Públicas y la línea Sociedad y territorio del Doctorado en Sociología de la UAM-­‐Azcapotzalco, ambos inscritos en el padrón del PNPC, forman anualmente entre 20 y 40 estudiantes de licenciatura, aproximadamente 15 alumnos de maestría y 3 de doctorado.

Mediante el proyecto se formarán al menos a una alumna de maestría (Perla Castañeda, quien está cursando la maestría en planeación y políticas metropolitanas en 2014-­‐2016) y se contribuirá en la formación de al menos un alumno de doctorado, en este caso Sylvia Novelo, actualmente alumna de la maestría en estudios urbanos de la UAM Azcapotzalco, quien terminó una tesis de maestría sobre “caminabilidad y forma urbana en Santa Fe” con la asesoría del Dr. Salomón González y hará su tesis doctoral sobre la caminabilidad de la Ciudad de México.

Asimismo se ofrecerá una beca posdoctoral para todo el periodo del proyecto. El posdoctorado comenzará el segundo año y abarcará las relaciones de poder subyacentes a la regulación, los usos y apropiaciones de las banquetas.

Metodología 

La presente investigación es de tipo exploratoria y recurre principalmente a métodos cualitativos sin excluir los cuantitativos. El trabajo consistirá en la construcción de un instrumento de análisis que combine las conceptualizaciones y métodos de las ciencias sociales (principalmente sociología, antropología y geografía) con aquéllos de la arquitectura, para llegar a una posible tipología de banquetas combinada con una tipología de usos posibles y/o deseables. Para avanzar en esta dirección nos proponemos trabajar hacia la selección de alrededor de ocho áreas-­‐testigo, siguiendo la metodología propuesta por Duhau y Giglia (2008), tanto en el DF como en el Estado de México en función de hipótesis específicas, y posteriormente llevar a cabo una etapa de trabajo de campo basado en observación etnográfica, entrevistas a profundidad con usuarios y actores del urbanismo, y sucesivamente una etapa de análisis e interpretación de los resultados. Para la selección de las áreas-­‐testigo, nos apoyaremos en los datos del Sistema de Información geográfica del Observatorio de la Ciudad de México (OCIM-­‐SIG) del Área de Sociología Urbana de la UAM-­‐Azcapotzalco que incluye una caracterización de doce tipos de poblamiento en la Zona Metropolitana del Valle de México, (http://www.ocim.azc.uam.mx/OCIM-­‐SIG%20ABRIL/poblamiento.pdf) así como en el apartado del Censo de 2010 sobre “infraestructuras y características del entorno urbano” que contiene información sobre la existencia de banquetas y rampas. A partir de estos conjuntos de datos cuantitativos y socio-­‐espaciales, seleccionaremos alrededor de ocho áreas-­‐testigo, que representen espacios característicos de otros tantos tipos de poblamiento de la metrópoli, con base en sus diferencias en cuanto a su morfología, modo de producción (formal o informal), y por los usos asociados a ellas.

Para que la banqueta sea nuestro prisma de análisis, articularemos de manera novedosa varios métodos conocidos en distintas escalas. De lo “micro” (concretamente, ¿quién “produce” tal banqueta, cómo y a quién le conviene?) hasta lo “macro” (¿qué nos revela acerca de las maneras de “hacer ciudad”?), nuestro objetivo es reconstituir los sistemas de actores y sus procesos de producción continua de nuestro objeto, entre el corto plazo de las acciones, el plazo intermedio de las instituciones y políticas y el largo plazo de las formas urbanas y representaciones culturales. El proyecto buscará construir una encuesta común cuyos metodología, técnicas y desarrollo serán estrictamente posible de controlar y comparar entre las áreas-­‐testigo que habremos seleccionado.

Predefinimos la banqueta como un espacio lineal grosso modo delimitado por las propiedades vecinas y la vialidad dedicada a la circulación de vehículos, caracterizado por el camino, la estancia y parada de los peatones, la implantación del mobiliario urbano, redes técnicas y árboles y por la proyección en el espacio público de dependencias más o menos móviles de los edificios vecinos (escalones, escalinatas, terrazas, botes de basura, vehículos, macetas, etcétera.). Este objeto es relativamente borroso en cuanto a sus configuraciones concretas así como a sus representaciones normativas y sociales.

La primera etapa del trabajo consistirá en la construcción de una tipología hipotética de la morfología de las banquetas y de las variables analíticas que guiarán el trabajo de campo (áreas-­‐testigo). Por ahora distinguimos algunas oficiales (i.e. definidas por la legislación y con un cierto grado de materialización, como las banquetas “vitrinas” del centro histórico, las banquetas “caóticas” de barrios densos con mezcla de usos, las banquetas de fraccionamientos residenciales y conjuntos habitacionales…), otras informales (i.e. físicamente construidas por usuarios como las banquetas a lo largo de una vialidad de alta velocidad o debajo de un puente…), o improvisadas por los usos y no materializadas, o definibles como fantasma (las que nadie utiliza porque no tienen continuidad material o por otros motivos como los puentes peatonales de las grandes infraestructuras de transporte…).

Durante la segunda etapa identificaremos ocho segmentos de banquetas correspondientes a las áreas-­‐testigo cuyo largo no exceda cien metros. Serán seleccionados por sus características, su morfología, sus usos y sus funciones, siguiendo las hipótesis sobre las situaciones socio-­‐espaciales que representan.

La tercera etapa consistirá en identificar, para cada área-­‐testigo, los actores, flujos y estancias de humanos y objetos, así como obtener información sobre las representaciones sociales, las reglas formas e informales, las transacciones y las controversias.

Por último, reconstituiremos la historia de estos segmentos de banquetas a través del discurso y relatos de los usuarios, vecinos, transeúntes, “residentes” (jóvenes, niños de la calle, sin techo, comerciantes, prostitutas) y gestores (dependencias de gobierno encargadas de las infraestructuras, obras y del ordenamiento del espacio público).

Utilizaremos herramientas cualitativas y cuantitativas de recolección de información tanto  in situ como ex situ:

1) la compilación y el tratamiento de documentos existentes, verbales e iconográficos: cartografía y textos normativos (catastro, planes de desarrollo urbano y movilidad, reglamento de tránsito, manuales o guías para la construcción, etcétera.), archivos fotográficos y fílmicos, recortes de prensa, publicaciones científicas…;

2) la observación directa: cartografía fina de las configuraciones estables (largo, altura, textura, materiales del piso, implantaciones y fachadas) y cambiantes (por los usos: flujos peatonales, estancias, comercios ambulantes, basura, etcétera.) a través de levantamientos en planos y grabaciones fotográficas y video de los usos y flujos que serán analizados mediante un software especializado ad hoc;

3) la reconstitución de la historia “inmediata” de las banquetas y sus usos, la identificación de las partes, el acercamiento a los imaginarios según los tipos de actores predefinidos en nuestras hipótesis (transeúntes, vecinos, trabajadores de la calle, responsables políticos, etcétera.) y redefinidos por las identificaciones realizadas por nuestros informantes;

4) las representaciones de primera mano; entrevistas individuales tipo “relatos de vida” o “historias de banquetas” y comentarios colectados vía la constitución de un “atlas de las banquetas”, recorridos comentados, grupos focales. A lo largo de la investigación constituiremos un “atlas interactivo de las banquetas” en una plataforma web con un acceso privado que permitirá a los investigadores del proyecto subir y consultar documentos, guías metodológicas y resultados, y con una acceso público que ofrecerá herramientas de encuestas interactivas a los usuarios de internet (tipo fórum, etcétera), de recolección de “historias de banquetas” así como una comunicación escrita, gráfica y audiovisual de los resultados. El “atlas interactivo de las banquetas” constituirá una plataforma de intercambio con los actores socio-­‐políticos y de difusión de nuestros resultados. Por otra parte, la realización de un seminario que tendrá lugar cada dos meses permitirá darle seguimiento al proyecto de investigación.